Desde el 4 de septiembre, la República Democrática del Congo enfrenta una nueva crisis sanitaria: un brote de Ébola que ya se cobró la vida de decenas de personas. Las autoridades locales reconocen que no cuentan con los insumos médicos ni el apoyo financiero necesarios para hacer frente a esta emergencia.
De acuerdo a un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el miércoles pasado se notificaron 57 casos y 35 fallecimientos desde que se declaró el brote. El índice de mortalidad supera el 61%, una cifra que preocupa a la comunidad internacional.
La enfermedad volvió a aparecer en la aislada provincia de Kasai, una región que enfrenta serias dificultades para acceder al agua potable y carece de infraestructura ferroviaria. Kasai, situada a más de 1.000 kilómetros de la capital, Kinsasa, no registraba casos de Ébola desde el año 2007.
Susan Nzisa Mbalu, responsable de comunicaciones de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) en África, advirtió sobre la gravedad de la situación. “Necesitamos de manera urgente que nuestros aliados y donantes refuercen el apoyo a esta respuesta que salva vidas, para poder controlar el brote lo antes posible y proteger a las comunidades más vulnerables”, expresó.
Según el organismo, el único centro de tratamiento en la zona sanitaria de Bulape, donde se originó el brote, ya está operando al 119% de su capacidad, lo que evidencia la saturación del sistema de salud local.
Falta de fondos
El lunes pasado, la IFRC solicitó al menos u$s25 millones para poder controlar la propagación del virus y resguardar la salud de casi un millón de personas en riesgo. Según la entidad, la disponibilidad de agua limpia y equipos de protección es muy limitada en la zona.
Actualmente, la provincia cuenta con fondos de emergencia por u$s4,3 millones, de los cuales u$s2,3 millones provienen del Reino Unido, Alemania y la alianza de vacunas Gavi. Sin embargo, esta suma está lejos de los u$s20 millones que la OMS estima necesarios para responder al brote durante los próximos tres meses.
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