Un debate histórico volvió a cobrar fuerza en los últimos días en Santa Fe: la prohibición de la tracción a sangre, una práctica que divide opiniones entre quienes la consideran una forma de maltrato animal y quienes dependen de ella para subsistir.
Desde organizaciones proteccionistas recordaron que la lucha por erradicar el uso de caballos para el transporte urbano lleva décadas. “Desde 1978 venimos reclamando que se prohíba la tracción a sangre en la provincia y en la ciudad de Santa Fe”, señalaron desde un refugio local que rescata animales en situación de abandono o maltrato.
Según explicaron, se han impulsado distintos proyectos de reconversión laboral con fechas de prohibición progresiva, pero los avances han sido escasos. “La sociedad fue visibilizando el maltrato. Hoy los caballos que se retiran de las calles son aquellos denunciados por los vecinos, y los recibimos para su recuperación y rehabilitación”, remarcaron.
Los proteccionistas sostienen que los animales utilizados para tirar carros suelen estar enfermos, sobrecargados o en edad avanzada, y que muchos mueren en plena vía pública. “No se los considera parte de la familia. Muchos son alquilados, trabajan horas interminables y se desploman en la calle”, denunciaron.
Además, aseguraron que las denuncias de maltrato son verificadas por veterinarios policiales y registradas en videos. “Hay caballos que, aunque estén alimentados, son sometidos a latigazos, sobrepeso y jornadas extenuantes. Todos esos actos están contemplados en la Ley Nacional 14.346, que penaliza el maltrato y la crueldad hacia los animales”, advirtieron.
Mientras tanto, sectores que trabajan con caballos señalan que la prohibición afectaría su sustento diario y reclaman apoyo estatal para reconvertirse. Desde las entidades proteccionistas, en tanto, insisten en que la salida debe ser integral: capacitación, empleo alternativo y retiro definitivo de los animales de la vía pública.
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