Portada  |  24 septiembre 2024

Cómo tu entorno afecta tus ganas de hacer ejercicio

El entorno social y físico puede ser un aliado o un obstáculo en tu camino hacia un estilo de vida activo. Descubrí cómo podés transformar tu realidad y motivarte a moverte más.

Salud

El entorno en el que vivimos y las personas que nos rodean influyen significativamente en nuestra relación con la actividad física. Pueden ser catalizadores del ejercicio o, por el contrario, elementos disuasorios. Muchos hemos escuchado eso de que "somos el promedio de las cinco personas con las que pasamos más tiempo". Esta frase, popularizada por el orador Jim Roth, resuena especialmente cuando hablamos de la actividad física, pues el entorno juega un papel fundamental en nuestro comportamiento diario. Como señala Javier Butragueño, coordinador del Grupo de Trabajo de Ejercicio Físico y Obesidad de la SEEDO, desde la estructura urbana que favorece o no la práctica de ejercicio, hasta el círculo social que promueve actividades físicas, todo cuenta. Así, familiares, amigos y dinámicas laborales pueden convertirse en variables que nos alejan de hábitos saludables.

Para fomentar entornos activos, Butragueño propone varias estrategias: educar y concienciar sobre los beneficios del ejercicio regular mediante campañas de salud pública; diseñar espacios urbanos que favorezcan el deporte; y crear iniciativas comunitarias que inviten al movimiento. Asimismo, es importante contar con figuras públicas que inspiren. En esta línea, el uso de tecnología se presenta como un aliado, con aplicaciones móviles que facilitan la práctica deportiva y el desarrollo de comunidades virtuales que conectan a personas con objetivos similares.

Por otro lado, es crucial adoptar una actitud proactiva. Según Helios Pareja, doctor en Fisiología y Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, debemos pasar de ser reactivos—pensando que no se puede cambiar el entorno—, a ser proactivos, analizando lo que podemos modificar y actuando en consecuencia. Esto implica impulsar todo lo que fomente "movernos más", especialmente en lugares donde pasamos más horas al día, como el trabajo y el hogar. Promover horarios flexibles para incentivar la práctica deportiva, fomentar el uso de la bicicleta y establecer programas de salud corporativa son algunas de las medidas que las empresas podrían implementar.

En casa, reducir el ocio pasivo y convertir a la familia en un núcleo motivador es fundamental. Limitar el tiempo frente a pantallas y promover actividades físicas grupales son pasos esenciales. Mario Muñoz, experto de Fit Generation y Doctor en Medicina del Deporte, destaca que los padres deben ser referentes: "Si se considera normal pasar tres horas frente al televisor o navegando en redes sociales, será complicado inculcar hábitos saludables a los niños".

Sin embargo, el sedentarismo no solo se ve afectado por el contexto familiar y laboral. Según Josemi del Castillo, entrenador y Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, existen factores ambientales que pueden contribuir a esta problemática. Propone medidas concretas para desactivar los entornos obesogénicos, como ampliar las vías peatonales y ciclistas, aumentar las zonas verdes y las instalaciones deportivas, invertir más en transporte público y establecer zonas "libres de coches".

Abordar la dimensión social también es relevante. José G. Donate, especialista en psicología deportiva, resalta que entrenar con otras personas puede hacer que la actividad sea más amena y entretenida. Este entorno de apoyo mutuo y motivación colectiva es crucial para mantener el hábito del ejercicio a largo plazo. Al final, se trata de crear un marco social positivo que fomente el compromiso y la constancia, ayudando a superar los momentos de bajón.

Para entender mejor la diferencia entre entornos obesogénicos y activos, vale la pena tener en cuenta ciertas características. Un entorno obesogénico es aquel donde predominan opciones alimenticias poco saludables, espacios físicos cerrados y pequeños, escasa actividad comunitaria relacionada con el ejercicio, y un estilo de vida sedentario. En contraste, un entorno activo promueve opciones saludables, amplios espacios abiertos, actividades recreativas dinámicas y un ambiente laboral que incentiva el movimiento.

Es evidente que el entorno es importante, pero no podemos usarlo como excusa para quedarnos en "la ley del mínimo esfuerzo". La motivación intrínseca, esa que surge de dentro, es esencial para dar el primer paso hacia una vida más activa y para mantener ese compromiso a largo plazo. Sin un motivo interno que nos impulse, será difícil mantener una rutina de ejercicio constante, incluso en un entorno favorable.

Por otro lado, la motivación intrínseca es mucho más poderosa que la extrínseca. Si dependemos de factores externos, un cambio en nuestro entorno puede llevarnos a perder el interés. Por eso, el autoconocimiento es clave: entender qué nos gusta realmente y disfrutar de actividades alineadas con nuestros valores y personalidad.

Además, es fundamental contar con ayuda profesional. Varios estudios demuestran que un entrenador personal cualificado puede aumentar la adherencia al ejercicio, mejorar resultados y ayudar a preservar la salud frente a lesiones. También es importante establecer límites para quienes puedan empujarnos al sedentarismo. Como dice Butragueño, "el problema surge cuando la propia sociedad asfixia nuestra capacidad de gestionar el tiempo para el ejercicio".

Es hora de romper con lo que nos perjudica. Como decía Krishnamurti: "No es un síntoma de salud estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma". Así que, ¿estás listo para mover tu mundo y no dejar que te muevan?

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