El Día Mundial de la Trombosis, que se conmemora cada 13 de octubre, tiene como objetivo generar conciencia sobre la prevención de esta enfermedad silenciosa, cuyo impacto es devastador a nivel global. Este año, el foco está puesto en la prevención y tratamiento del accidente cerebrovascular (ACV), una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo. Los especialistas destacan la importancia de controlar los factores de riesgo que contribuyen a la formación de trombos, como la hipertensión, diabetes, obesidad, dislipidemia y el sedentarismo.
El ACV afecta a 15 millones de personas al año a nivel mundial y se ha consolidado como la principal causa de discapacidad en adultos. En Argentina, según datos del Estudio Epidemiológico Poblacional sobre Accidentes Cerebrovasculares (EstEPA), el 2% de la población mayor de 40 años vive con secuelas de un ACV, lo que representa más de 340 mil personas. Cada año, se diagnostican entre 50.000 y 60.000 nuevos casos. La magnitud del problema subraya la importancia de la prevención temprana.
El doctor Sebastián Ameriso, jefe del Departamento de Neurología del Instituto FLENI, explicó que la mayoría de los ACV, cerca del 85%, son de origen isquémico, es decir, se producen por la obstrucción del flujo sanguíneo hacia el cerebro debido a coágulos. Estos pueden formarse tanto en las arterias cerebrales como en otras partes del cuerpo, como el corazón o las extremidades, y migrar hacia el cerebro, desencadenando el accidente cerebrovascular.
Las consecuencias de un ACV pueden ser graves y prolongadas. Aproximadamente el 70% de las personas que sobreviven a un ACV experimentan secuelas que afectan su calidad de vida, desde problemas motores hasta dificultades cognitivas y de comunicación. El riesgo de recurrencia es mayor en los primeros días posteriores al tratamiento, por lo que la rehabilitación y el control médico son cruciales para mejorar las condiciones del paciente.
El médico hematólogo Miguel Castro Ríos, ex presidente de la Sociedad Argentina de Hematología, advierte que las consecuencias de la trombosis pueden ser devastadoras no solo para los pacientes, sino también para sus familias. Las secuelas más comunes incluyen pérdida de movilidad en brazos y piernas, dificultad para hablar o escribir, y en algunos casos, deterioro cognitivo. Estas limitaciones suelen requerir un largo proceso de rehabilitación.
Prevenir la trombosis y reducir el riesgo de ACV se basa en el control riguroso de los factores de riesgo cardiovascular. Dolores Puente, médica hematóloga del Grupo CAHT, subraya que la educación continua ha sido clave para reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares como el infarto. Del mismo modo, el control regular de la presión arterial, la glucemia y el peso corporal, así como la adopción de un estilo de vida saludable, son esenciales para disminuir la probabilidad de desarrollar trombosis.
Entre las recomendaciones para llevar una vida saludable y prevenir la trombosis, se destacan la alimentación equilibrada, la práctica regular de actividad física, la corrección de factores de riesgo como la hipertensión y la diabetes, y la realización de controles médicos periódicos. Ante la aparición de síntomas inusuales, como dolor en las extremidades o dificultad para moverse, es fundamental consultar a un profesional de la salud.
La trombosis puede manifestarse en forma venosa o arterial, y en ambos casos, es crucial estar atentos a los factores de riesgo, tanto adquiridos como hereditarios. Con motivo del Día Mundial de la Trombosis, los especialistas instan a la población a adoptar hábitos de vida más saludables para prevenir este trastorno que, si no se trata a tiempo, puede tener graves consecuencias.
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