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Colón ahuyenta a los fantasmas del descenso a puro sufrimiento
El fútbol es lo más importante de las cosas menos importante. En épocas de incertidumbre, en donde todo sube como la inflación que ya suma suma 103,2% y se perfila a cerrar el 2023 con un piso de 180%, según las proyecciones del sector privado, donde los colores son un lazo que une generaciones y donde los domingos se convierten en una cita sagrada, los hinchas de Colón vivieron un año que quedará grabado en sus memorias, pero no precisamente por las razones habituales de alegría y pasión. El 2023 será recordado como el año en el que los hinchas menos disfrutaron del fútbol y en el que estuvieron más cerca de padecer un ataque al corazón o quedarse sin aire.
La pasión por el fútbol es un sentimiento único, capaz de unir a miles de almas en un grito colectivo, de pintar de rojo y negro las calles de Santa Fe y de llenar el Brigadier López con una marea de emociones. Pero este año, esa pasión se vio sometida a una prueba de alto riesgo como es disputar cada final como si fuese la última con la intención de quedarse en Primera. Seguramente cada hincha de Colón al leer estas líneas se pregunte: ¿Cómo se puede disfrutar del fútbol cuando cada partido es una montaña rusa de emociones? Debo decir que los hinchas han demostrado una resiliencia asombrosa, apoyando al equipo en las buenas y en las malas, a pesar de la angustia y el estrés que conllevó esta temporada y que aún faltan 12 puntos en juego.
Este 2023 será recordando por el reflejo de la pasión, la lealtad y la comunidad que se forja en torno al equipo de la entidad del Barrio Centenario. En estos tiempos difíciles, los hinchas demostraron una vez más que su amor por el fútbol no conoce límites, incluso cuando disfrutarlo parece más complicado que nunca. Este año fue una prueba de fuego, un desafío a la pasión y la perseverancia, pero los hinchas de Colón han demostrado que su amor por el fútbol es inquebrantable. Estuvieron cerca de un ataque al corazón, pero su corazón sabalero sigue latiendo con fuerza. El fútbol es pasión, es vida, y los hinchas de Colón lo saben mejor que nadie.
Uno de los mayores intérpretes del tango argentino, como lo fue el Polaco Goyeneche, escribió: «Primero hay que saber sufrir, es el inicio de esta travesía. Luego viene el amor, un sentimiento que nos llena de esperanzas y nos impulsa. Después, la partida, un adiós a lo conocido. Y finalmente, avanzar sin rumbo fijo, como hojas al viento. Es como el perfume de naranjo en flor que se desvanece con el tiempo, o las promesas de un amor que se desvanecen en el viento, lejos de nuestro alcance.
Después, ¿Qué importa lo que venga? Toda mi vida se encuentra en el ayer, en los recuerdos que me atan al pasado. Es una eterna juventud en la memoria, una juventud que me ha dejado acobardado, como un pájaro sin luz, perdido en la oscuridad de lo que fue y lo que pudo haber sido. Cada verso es un eco de la experiencia humana, un recordatorio de que el pasado nos moldea y nos marca de formas que a veces ni siquiera comprendemos.»
Colón luchó y puso el corazón sobre la mesa. Hoy demostró que sigue vivo. Quiere seguir peleando. Jugó una verdadera final. De comienzo a fin. Sufrió más de la cuenta. Dejó todo y está de pie. A partir de la renuncia de Néstor Gorosito, se necesitaba con urgencia un nuevo técnico y ante la demora de Damonte en dar una respuesta, José Vignatti había acordado de palabra la llegada de Facundo Sava como nuevo entrenador, quien dijo que sí, pero finalmente, el «Colo» fue presentado oficialmente por Sarmiento de Junín.
Y no era para menos. Con esta victoria restan tres partidos trascendentales en lo que el equipo del Barrio Centenario se juega la permanencia en Primera División. Llegó a Santa Fe con la intención de hacerse cargo de la práctica. Dio la conferencia de prensa ese mismo viernes por la noche. Al día siguiente, brindó la lista de concentrados y horas más tarde tuvo su debut. Hay un viejo axioma futbolero que dice «técnico que debuta, gana», y esta vez volvió a cumplirse la profecía.
Los jugadores tienen que salir vacíos de la cancha, es un momento para dar, tienen que jugar con el alma, se lo dije a ellos y se lo digo» había dicho en conferencia de prensa en su presentación. Durante esos primeros cuarenta y cinco minutos, el peor pecado que pudo cometer Colón fue no haberse ido al descanso por 2 o 3-0. Fue vergonzoso lo de Atlético Tucumán. El avance que había mostrado contra Talleres unos días atrás representó un tremendo retroceso, a pesar de algunas aproximaciones que incluso pudieron haber resultado en empate. Sin embargo, la impresión que dejó este partido fue que el Decano, una vez más, no se dio cuenta de la importancia de lo que estaba en juego. Un inicio peor no podría haber tenido el equipo dirigido por la dupla Orsi-Gómez. Antes de los diez minutos, tuvo que hacer un cambio en la alineación con la salida de Ramiro Carrera. Evidentemente, perdió a un jugador muy importante en el sector central ya que era un mediocampista completo que contribuía tanto en la creación de juego como en las labores defensivas, convirtiéndolo en un activo crucial para su equipo.
El partido todavía no había tomado forma completamente. Tanto Colón como Atlético Tucumán tenían dificultades para crear oportunidades claras de gol. Sin embargo, en ese balance, el Sabalero parecía ser un poco mejor que su rival. Buscó atacar constantemente aprovechando la velocidad de Meza por el lado derecho, atacando las espaldas de Pereyra y Orihuela. Atlético Tucumán nunca pudo encontrar una respuesta al partido, especialmente a las incursiones de Meza. En el centro del campo, con Perlaza y Vega, les faltaba un poco de chispa. Carecían de cambios de ritmo y explosión, a pesar de que el santiagueño tuvo un comienzo aceptable con mucho orden y sin cometer grandes locuras. A pesar de todo, la única táctica ofensiva del Decano era apostar por los balonazos largos por las bandas. Siempre Colón ganaba los rebotes.
Y después de insistir tanto por ese lado, llegó el primer gol de Colón. Lo tenía contra las cuerdas a Atlético Tucumán. De un saque de banda largo de Emmanuel Más, Germán Conti peinó la pelota, lo que derivó en un pase de Ábila, un disparo de Meza a la derecha y el gol en contra de Romero. Hubo mucha emoción por el joven de 23 años, ya que el viernes por la noche, el Club sabalero publicó un comunicado conmovedor con una imagen que decía «Estamos de luto» en homenaje a su padre fallecido.
El rendimiento de Atlético era muy pobre. Tenía muchas deficiencias en el manejo de la pelota. Jugó de manera lenta. Cometían muchas imprecisiones en el primer pase. Sin embargo, en las dos ocasiones que se acercaron al arco de Ibáñez, causó problemas en el bloque defensivo. Primero, hubo una pérdida de Botta en la mitad de la cancha y luego una pelota larga a espaldas de Conti y el ex arquero de Patronato controló rápidamente.
Después de la derrota contra el Arsenal, Wanchope Ábila fue uno de los jugadores en el centro de atención. El atacante cordobés tuvo un mano a mano con Sultani y la mandó por encima del travesaño. Aquella jugada pudo haber marcado un punto de inflexión en el partido. Desde ese momento, Colón no volvió a acercarse con peligro al arco del Viaducto lo que fue clave para evitar que Wanchope Ábila establezca el 1-0 parcial. Arsenal, con muy poco se llevó el partido y lo dejó en una situación complicada. Lamentablemente para el exjugador de Boca, las cosas no le salen bien. Recibió un pase de Rubén Botta y corrió con el balón hasta el borde del área. El delantero disparó y la pelota golpeó en el poste derecho, pero Hilfer cobró fuera de juego y anuló la jugada.
En esa primera mitad siempre hubo una «figurita repetida», que fue Rubén Botta. De su zurda precisa e inteligente llegaron las mejores situaciones. Formó mucha dupla con Meza, que fue decisivo en los primeros cuarenta y cinco minutos. En cambio, el Decano retrocedió 15 ó 20 metros en el campo para esperar a Colón, pero no por mérito propio. Como ya se mencionó, el mayor error de Colón fue no haber ampliado su ventaja en el marcador. Juzgando por lo que hicieron en esos primeros cuarenta y cinco minutos, el 1-0 era un marcador muy engañoso. Rubén Botta se fue de dos jugadores y disparó desde fuera del área. Marchiori llegó en volandas y detuvo el disparo, eliminando el peligro. Después, hubo otra incursión de Meza por la derecha, pero el balón tomó un efecto extraño y el guardameta del Decano volvió a evitar el gol, erigiéndose en la figura del equipo tucumano.
Antes de comenzar el segundo tiempo, la dupla Orsi-Gómez realizó un cambio táctico. Afuera Flores quien no había mostrado mucha explosión por el costado derecho, y ordenaron el ingreso de un delantero para ejercer mayor presión con la entrada de Justo Gianni, el ex jugador de Atlético Tucumán. Mientras tanto, Damonte no se quedó atrás y también hizo cambios. Quizás notó que Meza estaba un poco cansado y decidió que no continuara en el complemento. En su lugar, ingresó Pierotti para mantener la misma dinámica. En primera instancia, cambió el sistema táctico, colocando a Garcés en el lateral derecho y a Delgado en el lateral izquierdo. Botta se ubicó como enganche para generar juego, mientras que Wanchope y Toledo conformaron el doble 9.
A diferencia de lo que había implementado el entrenador anterior, como Gorosito, una de las mayores novedades fue en la presión. Ahora, la primera presión salía desde los delanteros. A medida que transcurría el segundo tiempo, el dominio que habían tenido en la primera mitad ya no era tan evidente. Atlético Tucumán comenzó a controlar la mitad de la cancha. Perlaza fue de mayor a menor. No podía encontrar la pelota, y Vega ya no le aportaba el orden y el equilibrio. Desde su punto de vista, a esa persona le daba la sensación de que Colón nunca tuvo cambios de ritmo, a diferencia de los partidos de local, donde el juego era más vertiginoso. En esta ocasión, todo transcurrió de manera pausada, con un ritmo ralentizado. Por ese motivo, Colón optó por replegarse unos metros más atrás en el campo, mientras que el Decano, a pesar de tener la posesión del balón, parecía incapaz de anotar un gol, jugando de forma muy conservadora. Damonte tomó decisiones tácticas con la intención de mantener el marcador y, como resultado, el equipo perdió su dinámica frente a un rival que parecía jugar al trotecito y que apenas inquietó, a pesar de tener el control del balón.
Se lo notaba incómodo a Pierotti, que se ubicaba una especie de lateral derecho y tenía que recorrer una gran distancia, lo cual resultaba desafiante debido al calor insoportable que afectaba a todo Santa Fe. Damonte prescindió de un delantero de área con la salida de Toledo, quien lucho mucho más de la cuenta en el juego aéreo. La entrada de Favio Álvarez, en principio, fue con la intención de ser el primer obstáculo para Orihuela, quien se encontraba desplazado hacia la derecha. Intentó aportar control en la mitad de la cancha cuando el equipo perdía la pelota, siendo la primera vez que comenzaba el partido en el banco.
Así como mencioné en la primera mitad que Colón merecía una ventaja mayor al descanso, en este segundo tiempo debo decir que Colón ganaba solo por lo que había hecho en la segunda mitad. El técnico retrasó demasiado al equipo con los cambios, cediendo terreno y posesión a un limitado Atlético Tucumán. A los 30 minutos, Orihuela recibió solo en el punto de penal y disparó al arco de media vuelta, pero la pelota se fue afuera. El empate del Decano estuvo cerca en ese momento.
Ante este contexto, el Sabalero refrescó el mediocampo con la entrada de Cardozo Lucena por Botta. Nardelli se situó en el lateral derecho y permitió que Santiago Pierotti se moviera por la izquierda sin la necesidad de retroceder constantemente para colaborar en la defensa. Sin embargo, debo mencionar que el gringo de Pilar tuvo un pésimo rendimiento, ya que resolvió mal todas las jugadas y se le notó muy incómodo. : En cambio, el nativo de Reconquista se ubicó como lateral derecho en un intento por fortalecer la defensa, y en el transcurso de ese cuarto de hora demostró ser eficiente, aunque a veces se mostró apresurado al salir con el balón.
Sobre final, hubo un momento que dejó perplejos a Dios, a los hinchas de Colón y de Atlético Tucumán, Pierotti y el Conejo Benítez cometieron un error imperdonable. Estaban los dos en una posición ventajosa contra el arquero, Pierotti avanzó con la pelota hacia el área de Tucumán pero no tuvo confianza y se la pasó a Benítez, quien recibió muy atrás. Cuando finalmente pudo disparar al arco, Marchiori achicó de manera efectiva y disipó el peligro.
De momento, el rojinegro hizo los deberes para salir de la zona de descenso y espera seguir sumando más puntos. En realidad, esta victoria les permite meterse en la zona de clasificación para cuartos de final y eso también debe ser un motivo de alegría y un impulso para afrontar los tres últimos partidos que quedan.
Fuente: Soy Deportes