El 28 de septiembre no es un día más para la ciudad de Santa Fe, de hecho se recuerda uno de los episodios más tristes de su historia. Este año en particular, se cumplen cuatro décadas desde la caída de un verdadero símbolo que lo caracterizó -y afortunadamente por estos tiempos lo hace nuevamente- a nivel nacional.
Aquel día de 1983 quedará guardado en la memoria por el derrumbe del Puente Colgante. Fue producto de una de las más terribles inundaciones que azotó a la ciudad, la cual también destrozó dos aliviadores en la Ruta Nacional 168 y anegó hasta la zona de la Plaza España.
Varios años quedó derrumbado, con apenas una parte de su imponente estructura en pie. Recién en el año 2000 comenzó el proceso de su reconstrucción, que finalizó en 2002.
A 40 años de aquel trágico suceso dialogamos con el arquitecto Luis Muller, quien en conjunto con su colega Adriana Collado escribió el libro "El Puente Colgante de Santa Fe. Historia, materia y símbolo".
“Ese día fue fatal para la imagen de la ciudad, porque perdió la esencia simbólica del que se reconoce como el ícono representativo desde que se instaló”, rememoró el entrevistado.
Tras recordar los detalles de la construcción original, dio su punto de vista acerca de cómo pudo haberse evitado la caída. “En su momento se habló mucho de que las bases no habían sido reforzadas adecuadamente y que se habían producido socavones que no fueron corregidos a tiempo”, indicó.
En ese sentido, consideró que al momento de la reconstrucción “se tomaron las precauciones”, aunque aclaró que “siempre este tipo de estructuras requieren un mantenimiento preventivo”.
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