Un día como hoy, hace 42 años, Santa Fe vivió uno de los episodios más dolorosos de su historia reciente. El 28 de septiembre de 1983, alrededor de las 16.30, el histórico Puente Colgante se desplomó en la Laguna Setúbal, arrastrado por la fuerza del agua en el contexto de una crecida extraordinaria.
Aquella estructura inaugurada en 1928, símbolo de progreso y orgullo para la ciudad, no pudo resistir la presión del caudal.
La creciente del río, considerada una de las más intensas en términos de permanencia y volumen, llegó a estimarse en 50.000 metros cúbicos por segundo, de los cuales unos 10.000 pasaban por debajo del Colgante. La combinación de factores naturales y humanos contribuyó al desastre.
Causas de una tragedia anunciada
En 2021, Mario Schreider, entonces decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL, explicó que el colapso no fue producto de un solo fenómeno, sino del desajuste entre el sistema natural y el desarrollo urbano. Señaló que la construcción de la Ruta 168 y la ocupación del valle de inundación actuaron como obstáculos al flujo natural del agua, provocando un embalse que aumentó la presión sobre el puente.
“La inundación es el desajuste entre el sistema social y el natural. Recuperar ese equilibrio nos permitirá prevenir desastres futuros”, dijo Schreider, dejando una reflexión vigente más de cuatro décadas después.
De la destrucción a la reconstrucción
Durante casi 20 años, los restos del puente permanecieron sumergidos, como una herida abierta en el paisaje santafesino. Recién en 2002, gracias a un crédito internacional, comenzaron las tareas de reconstrucción. En 2003, el Puente Colgante fue reinaugurado, restaurado con fidelidad a su diseño original y declarado Monumento Histórico Nacional.
Hoy, con su nueva iluminación, su rol en la circulación urbana y su valor como atractivo turístico, el Colgante volvió a ser lo que siempre fue: un símbolo de Santa Fe y un punto de encuentro con la historia.
Un puente, una ciudad, una memoria
El Puente Colgante no es solo una obra de ingeniería. Es la síntesis de la relación de Santa Fe con su entorno, su río y su historia. A 42 años del derrumbe, su silueta renovada nos recuerda no solo la fuerza destructiva de la naturaleza, sino también la capacidad de la ciudad para sobreponerse, reconstruirse y seguir adelante sin olvidar su identidad.
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