La Laguna Setúbal se ha convertido en el escenario de un espectáculo natural único: la llegada de grandes bandadas de flamencos. Estos elegantes y coloridos visitantes han cautivado a los habitantes de Santa Fe y despertado la curiosidad de expertos y amantes de la naturaleza. Pero, ¿qué ha atraído a estas aves a este rincón de Argentina?
La respuesta se encuentra en las condiciones ideales que ofrece la laguna: un clima benigno, una abundancia de alimento y un entorno relativamente tranquilo. Las aguas de la Setúbal son ricas en microcrustáceos, pequeños organismos que alimentan a los flamencos y les otorgan su característico color rosado. Además, la laguna ofrece amplias zonas para descansar y anidar, lo que la convierte en un refugio perfecto para estas aves migratorias.
La bióloga Caterina Barison explica: "Los empezamos a ver en la pandemia, en la bajante extraordinaria acompañada del fenómeno de La Niña. Esto incrementa los niveles de sal en la Setúbal y hace que la composición de los microorganismos sean los preferidos por los flamencos".
Los flamencos recorren grandes distancias en busca de alimento y condiciones climáticas favorables. Su llegada a la Laguna Setúbal es parte de un ciclo migratorio que se repite año tras año, siguiendo rutas ancestrales transmitidas de generación en generación.
La presencia de los flamencos en la Laguna Setúbal tiene un impacto positivo en el ecosistema local. Estos visitantes atraen a otras especies de aves y fomentan el desarrollo del turismo sostenible. Sin embargo, es fundamental tomar medidas para garantizar su protección y la conservación de su hábitat.
Para disfrutar de este espectáculo natural, es importante adoptar prácticas responsables: mantener una distancia segura, evitar alimentar a los animales y no generar ruidos excesivos. Al respetar a estas majestuosas aves, contribuimos a preservar este tesoro natural para las futuras generaciones.
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