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Emotiva carta de la nieta de Cristina Buchara a un año de su partida

Arlen compartió en sus redes sociales un posteo que recuerda cómo se enteró del fallecimiento de su abuela y todas las emociones que todavía le representa su recuerdo. Fue "la cocinera de la tele" y marcó a generaciones enteras de santafesinos con su calidez y recetas.
Por Telefe Santa Fé

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Noticias: Emotiva carta de la nieta de Cristina Buchara a un año de su partida

"Hace un año me levantaba a las 8 con una llamada perdida de mi papá y antes de responderle ya sabía qué me iba a decir. En el viaje en colectivo a Santa Fe al funeral de mi abuela escribí este texto que recién hoy me animé a volver a leer. Ese día antes de que entrara al crematorio la despedimos con un celular arriba del cajón con el tema "un día de paseo en Santa Fe”.

Porque los rituales no tienen reglas y los hacemos todos los días con gestos minúsculos. Hoy la familia está desparramada y encerrada, no podemos vernos, abrazarnos, contarnos las mil anécdotas que rodean a las abuelas. En este año pasó tanto que no puedo ni pensar en resumirlo (como si sirviera de algo).

Sólo pienso que el encierro lo comparto con las 40 agendas de la abuela. Y con una foto de ella apoyada en su lámpara que ahora es parte de mi living. Ella está sentada en un acantilado de un mar que no sabemos cuál es con un perro abrazado.

El año pasado con mi hermana Vale y mi primo Pedro empezamos a revisar las agendas, pasar en limpio, organizar, sacar fotos, emocionarnos, reírnos, imaginar qué hacer con todo esto. El proyecto de la abuela, como nos gusta decirle. Ahora quedó medio en stand by pero las agendas están acá, guardadas en las bolsas de papel que armó Vale cuidadosamente.

Todos los recuerdos que no se fueron con su memoria, todos esos que dejó guardados, escritos, recortados, están acá. Y eso en medio de esta cuarentena, en medio de un mundo que se desmorona, es un salvavidas. Es lo más cercano a una cotidianidad de gente que come y gente que viaja y gente que baila y gente que ama.

Este es el texto que escribí el 2 de abril de 2019:

Mi abuela tenía un olor que en los últimos años desapareció. Era un olor particular, de ella, nunca se lo sentí a otra persona. Estaba en su casa, en su ropa, en su cama.

También lo dejaba por ahí cuando viajaba. Cuando nos fuimos a vivir a Cuba, venía todos los años y se quedaba uno o dos meses. En la casa de El Vedado tenía su habitación, la primera justo después del comedor y cerca de la cocina. Era una pieza grande con una cama matrimonial. Había un placard antiguo y la mitad estaba ocupado con la ropa de Pilar, la señora que nos alquilaba la casa y que para el Estado vivía con nosotros. La otra mitad era para la abuela Cristina.

Cada vez que ella venía su olor quedaba en la pieza. A mí me encantaba. Cuando volvía de la escuela la encontraba acostada leyendo y yo iba y me le acostaba al lado para olerla. Si no estaba porque había salido a pasear hacía lo mismo. Me acostaba en la cama y le revisaba las cosas. Cuando regresaba a Argentina era uno de los momentos más tristes del año. Casi siempre era en marzo o abril porque venía a visitarnos para el cumpleaños de papá. Yo me encerraba en su pieza y lloraba con la cara metida en las sábanas para llenarme de su olor. Cerraba la puerta para que quedara ahí. Todos los días volvía de la escuela y abría y sentía para ver si el olor seguía. Cuando llegó la preadolescencia me mudé a esa pieza. Todas mis cosas seguían en la que compartíamos con Vale pero dormía ahí. Igual cuando la abuela venía seguía siendo su pieza.

Viajo en un Tata Rápido a Santa Fe. Me desperté a las 8 con una llamada perdida de papá de las 7.35. Sabía que la abuela había muerto antes de devolverle el llamado. Hace días que sé que la noticia va a llegar en cualquier momento.

Quiero escribir sobre mi abuela hace por lo menos 5 años. Lo hago desordenadamente. Escribo en cuadernos, borradores de gmail, drives. El olor se fue hace unos años. Dejé de sentírselo. Dejó de estar en su ropa. Hablo con papá por teléfono y le pregunto a quién quiere que llame, qué hago para ser útil. Al rato me manda un mensaje y me pide que escriba algo para recordarla en Facebook. Desde que me avisó no me paran de llegar mensajes.

En la radio y en los portales hablan de ella: “A los 86 años falleció la cocinera que marcó una era en la televisión santafesina”, dicen y yo pienso en cómo se habla de una abuela que viene con título. Cómo se cuenta todo lo que fue para mí y para mi familia. Porque una abuela es una abuela para todo el mundo. No importa lo relevante que yo crea que fue su vida, al hablar de mi abuela siento que para los demás es cualquier abuela. Y lo es. Las abuelas forman parte del universo familiar o, mejor dicho, lo crean. Como si cada pieza estuviese conectada directamente con ella. Nadie se sorprende por la muerte de una abuela. Es el ciclo de la vida, dicen. Pero al mismo tiempo hay algo que se mueve en toda la familia alrededor de las abuelas. Hay algo del orden de la organización de los vínculos.

En estos meses que nos fuimos despidiendo la recordamos mucho. La abuela tuvo una de esas enfermedades que hacen que primero parezcas distraída, después te vas olvidando las cosas, después las personas hasta que desaparecen las palabras. Esa ausencia de ella aun estando ella nos llevó a juntar recuerdos, a armar una biografía oral y desprolija en la que lo público, lo privado y lo íntimo son parte de lo mismo. Viajo, escribo y pienso en el relato que construimos y construí. Cuando empezó a cocinar en una de las crisis económicas del abuelo. Hacía canapés para fiestas y una de las personas que los probó la invito a cocinar en la tele. Había algo más que maña para hacer bocaditos. La abuela era excéntrica y tenía un carisma hermoso. Si hay algo que dicen todos es que siempre estaba alegre.

A mí me gusta pensar que quien la llevó a la tele vio algo de todo eso, alguien a quien da gusto escuchar y mirar cocinar. Cuando se disfrazaba de Papá Noel con 50 grados de térmica santafesina. Cuando nos buscaba en el auto por la escuela. Cuando íbamos las dos y chocamos y no fue nada. Cuando los Midachi hicieron uno de sus primeros números imitándola. Dady hacía de ella porque era grandota y Miguel del Sel hacía de las nietas y los nietos. Porque ella siempre nos llevaba a la tele. Íbamos de ayudantes. Cuando iba con Nico nos peleamos un montón. Nos tirábamos patadas por abajo de la mesa mientras ella hacia malabares. Mi abuela era la cocinera de la tele pero también era la que decía todos los días que había hecho 8 deportes y que no almorzaba porque desayunaba tarde. Siempre se levantaba después de las 10, incluso cuando sus hijos iban a la escuela.

Creo que es la persona que más amaba Santa Fe y la Laguna Setúbal. Me la imagino ahora con Marta su mejor amiga cuando salían a girar por los pueblos de Santa Fe a dar clases de cocina. Cuando se les rompió el auto y lo arreglaron con un pedazo de membrillo. Cuando nos contaba de la Moni, la mona tití que trajo el abuelo de Misiones. Una vez la fuimos a visitar a la Granja de la Esmeralda y apenas la Moni la vio a la abuela empezó a sacudir la reja y a llorar. Recuerdo lo que la abuela amaba a todas sus perras y me río del peluche que tuvo los últimos años.

Me acuerdo cuando me hablaba de su mamá como la francesa a la que sólo había visto llorar una vez. Y su papá como un hombre guapísimo, que todas morían por él. Hay mucho que quiero decir sobre ella. No encuentro bien qué y cómo. Hay una colección de más de 40 agendas con todas sus recetas y sus escritos. Desde recortes hasta el diario de su vida. Cuando armaba el bolso no sabía que llevar, qué ropa. Hace calor. Le hubiese gustado este día porque le encantaba el clima santafesino de 99 por ciento de humedad.

Agarré la agenda que tengo de 1987, el año de mi nacimiento. Me la dio cuando todavía estaba lúcida. Ese año ella había viajado a Nicaragua a conocerme y se quedó varios meses. Cuando me la regaló le pegó varias fotos. Una que estoy con mamá recién nacida, otra con ella y papá en el medio de un lago. La que estamos toda la familia con Maradona en Cuba. En la primera página dice "Cristina Buchara, periodista gastronómica". Me llevó años prestar atención a esa definición de sí misma.

En el colectivo googleo Cristina Buchara y hay varias noticias de hoy. También saltan notas que le hicieron en los últimos años y fotos viejas de la tele. En un grupo de facebook una mujer pregunta donde se consiguen las recetas que hacía para El Quillá. Imagino la cajita de chocolate en polvo con recetas de mi abuela y pienso en el libro que nunca quiso escribir. Pienso en Vale que es cocinera y en mí que soy periodista. Pienso de nuevo en su olor y en que hay cosas que desaparecen, recuerdos, memorias, palabras, pero otras, un montón, nos las dejó dando vueltas.