Los hinchas de Colón y otra noche inolvidable en Brasil

El Estadio Mineirao es imponente. Gigante. Majestuoso. Cuando la torcida del Mineiro canta y salta, se transforma en una caja de resonancia. Se hace ensordecedor el aliento.

Los casi dos mil simpatizantes de Colón se instalaron en la parte alta de una de las cabeceras y la noche venía mal barajada. El partido estaba 2 a 0 abajo y la clasificación se alejaba. Pero...algo pasó. El Pulga Rodríguez descontó y encendió la llama de la esperanza. Después, Cachorro Burián hizo lo suyo: atajó dos penales y desató el delirio rojinegro.

Lo que vino después fue todo festejo. Jugadores, cuerpo técnico e hinchas en un momento único, mágico. La historia otra vez se escribió en rojo y negro. Esta vez, para enmudecer al propio Mineirao.