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"Pampita es muy bella, pero yo también"

Laura Silva, vive en Alvear, es modelo plus size y activista contra la gordofobia. Ricky Sarkany acaba de usar su imagen para una publicidad.
Por Telefe Santa Fé

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Espectaculos: "Pampita es muy bella, pero yo también"

Ni gordita ni rellenita. Tampoco no hegemónica: "Gorda". Así, sin diminutivos, eufemismos ni pena y con voz sensual se presenta Laura Silva, una mujer de 26 años que vive a 17 kilómetros al sur de Rosario, en la localidad de Alvear.

Es una modelo plus size, empleada en una panadería por las mañanas y activista contra la gordofobia (odio a los gordos) y en favor a los cuerpos en positivo (body positive) el resto de su día. Esta semana el empresario de calzado Ricky Sarkany le pidió una foto para una publicidad y ella confiesa que sintió una vez más que los sueños pueden cumplirse. Porque esta mujer siente y demuestra que hoy puede ser tan atractiva, elegante y bellamente desafiante como se le canta.

"Me molesta cuando me dicen ´admiro tu autoestima' porque es una forma de decirme ´yo ni loca me expondría o me vestiría como vos´, lo lamento: yo aprendí a aceptarme, me siento bella y tengo derecho a exhibir mi cuerpo como cualquiera", dice Laura dando cuenta de los gestos que intentan ser comprensivos pero según ella están cargados de ignorancia hacia una problemática que es muy cruel con las personas desde la niñez.

Hoy dice convencida y sin desafiar a nadie que se siente "tan linda como Beyoncé o Shakira". Y duplica la apuesta: "Pampita (Carolina Ardohain) es muy bella, pero yo también". Confiesa que ella logró esta posición tras un largo proceso, que pudo poner en cuestión el concepto de belleza, entre otras cosas, y acá y en su Instagram (@lausilvarock) lo cuenta para quien aún no pueda asumir su cuerpo.

Laura a los 5 años fue por primera vez a un nutricionista, vivió una adolescencia metida dentro de un jogging y una remera inmensa, además de veranos enteros tapada al borde de una pileta leyendo libros.

Pero su vida empezó a cambiar hace dos años cuando se animó a viajar sola a Bolivia. "Ahí sentí que podía arreglármelas sola, me sentí libre e importante; al volver se murió mi papá: una gran pérdida y todo eso junto me ayudó a pensar en otro valor de la vida, quiero vivirla bien, lo que dure, disfrutar lo que tengo".

Dice que de allí en más todo fue distinto. Hizo un curso de modelaje en Rosario con Brenda Mato (también modelo plus size y activista con más de 60 mil seguidores en Instagram) y empezó a desfilar y posar para distintas tiendas de ropa.

_¿Cuál fue la peor violencia que padeciste por tu cuerpo?

_ Varias, pero la peor es no encontrar ropa. No poder vestirme, algo que se revirtió de a poco con el activismo. Antes para mujeres como yo no había minifaldas, por ejemplo, ahora encuentro linda ropa en varios lugares, incluso compro a gente por Internet, a una mujer de Buenos Aires que diseña y cose ella, una cachetada a quienes dicen que no se pueden fabricar talles grandes porque nadie los compra.

Después está la violencia de no poder sentarte en una minúscula silla de bar, o no entrar en el asiento de un colectivo o de un avión. Pero hay otra peor: la médica. Es común que antes de que un médico te mire un estudio o te revise te digan: 'tenés que bajar de peso'. Para muchos médicos soy una gorda mórbida, pero yo me cuido, hago actividad física y soy saludable. El sobrepeso no siempre viene por exceso de comida o por abandonarse, no hay que juzgar. Además, he estado internada y no han querido llevarme en camilla, he tenido que caminar. Preocupa la salud del gordo, pero si tenés un cuerpo hegemónico y tomás alcohol o te drogás parece que todo está bien. Eso es gordofobia, eso es lisa y llanamente odio al gordo.

Fuente. Diario La Capital